martes, 26 de febrero de 2013

Mc Donald’s Ranch


Well, back in the ranch! The weekend has gone with the city and everything it represents. Is like being transported to a different world where beauty and life is understood in a different way. I love these contrasts, comparing the good and the bad of each lifestyle.

I had quite an adventure though. Yesterday in San Francisco, after walking for a long time on Mission Street gathering more information about jobs and apartments for rent, I got stuck not being able to withdraw cash from my debit card which I think got blocked after the three chances to dial the pin at the ATM machines. All I had was three dollars cash which was barely enough to eat something cheap, i.e. a hamburger at McDonalds, mmmmhhh!!! Even though I always travel very short in terms of money, it is indescribable the vulnerability and misery that overcomes me when I have no money left at least to call someone for help. I don’t know if other people share this reaction but being in a city like San Francisco with so many homeless people asking for money in the streets, I picture myself asking for help with no one paying any attention to my words or caring a shit on any explanation I could give. At the end I was able to pay a bus ticket to Santa Rosa after spending most of my day walking here and there looking for possibilities trying to withdraw cash from practically every ATM I passed by.

When I got to Santa Rosa, Linda, the lady who picked me up from the bus station, drove me to Philly’s Giant Burgers where I got the best hamburger (with cheddar and bacon) I’ve ever had. Was it because I hadn’t had any food since the morning or were those burgers really the best? I think both facts contributed. I have never been fan of hamburgers but if you ever want to try a good one, I think it must be in California. That’s one of the few things I actually feel like really authentic from here. And you wouldn’t look for the best ones at a chain restaurant, like Jack in the box or Carl’s Junior, but in the small local business spread around. It’s like in Mexico that you find taco places (puestos) everywhere but there are some that are just the best and you need to know it from someone else or have good chance.  

domingo, 24 de febrero de 2013

Mission District


Ayer tuve mi primera inmersión directa en la actividad social de San Francisco, salí a caminar solo.  Esta es para mí la forma en la que una persona logra estar totalmente abierta y receptiva a lo que pasa alrededor ya que al estar con otra persona, ésta merece toda la atención de nuestros sentidos para poder tener una buena comunicación, aunque esto va en detrimento de la interacción que podemos lograr con nuestro alrededor. Así como pasa en todas las grandes ciudades cada barrio de San Francisco tiene sus peculiaridades, los más famosos son Chinatown, donde está la mayoría de tiendas, negocios y restaurantes asiáticos; Marina, donde viven los ricos y está el embarcadero con todos los yates y el icónico Golden Gate de fondo en el paisaje; el Distrito Financiero, en el que se concentran los rascacielos de San Francisco con sus miles de oficinas mayoritariamente de los bancos como Wells-Fargo, Bank of America, Citybank, Chase, etc., etc.; Castro District, el barrio guey, también muy icónico de la ciudad; Haight-Ashbury, con sus viejos hippies que quedaron de los 60s, tiendas de segunda mano y gente excéntrica;  y Mission District.

Audrey vive cerca del Mission District (¿Distrito Misión? Algunas cosas es mejor no traducirlas), el barrio que concentra la mayor población de mexicanos y latinos en la ciudad, la raza wey. Así que decidí que ahí fuera esta primera excursión y me puse en marcha hacia Mission Street, la vena principal del barrio. De inmediato empezaron a abundar restaurantes de comida latina y tiendas con productos mayoritariamente mexicanos. Además de latinos, parece haber muchos asiáticos por ahí. Y cuál fue mi sorpresa cuando en la esquina de la Veinticuatro y Mission St., justo frente a un McDonalds, encontré a un grupo de militantes del Partido Comunista de los Estados Unidos con pancartas y fotos de injusticias cometidas por el gobierno estadounidense.

Por supuesto que, sorprendido de encontrar algo tan inesperado, me quede a leer los flyers y las pancartas y me puse a hablar con Joe, un señor en sus cincuentas que parecía ser el líder. Además de él y otro señor que conocí más tarde, más o menos de la misma edad, todos los demás parecían ser inmigrantes de primera generación de origen latino o asiático, y más jóvenes. Por lo que me conto Joe, todo el movimiento de los 60s le toco cuando todavía era muy pequeño pero parecía ser un anticapitalista muy convencido y más o menos experimentado en esto de la militancia. Su discurso, sin embargo, me pareció un poco radical y aunque yo estoy de acuerdo con mucho de lo que dijo, creo que la opción de deshacernos de todos los capitalistas y tomar el poder para instaurar un régimen comunista sería demasiado violento y además inviable. Esas opiniones ya quedan para cada uno pero gracias a este encuentro tuve una refrescada en los movimientos de protesta y su historia  en EEUU como los de las Panteras Negras, Malcom X, cuyos protagonistas son miembros de la  comunidad afroamericana. Otra cosa que me llamo la atención de lo que dijo Joe cuando le conté que yo había estado en España el año pasado y había participado en las protestas que hubo y sigue habiendo en Madrid fue que según el en España y en Egipto (tampoco entendí mucho la relación entre estos dos movimientos) es que falta liderazgo, alguien que dirija. Para este momento, el presidente del PCEEUU, Bob Avakian, es el líder y fundador en 1975 o por ahí, y entre el material que tienen estas personas para ofrecer a la gente, esta un libro con lo básico, de hecho se llama así, “The Basics” y su traducción en español, “Lo Básico”; una Constitución también escrita por él, entrevistas grabadas y un website para informarse más sobre el movimiento.

Se supone que sus escritos se basan en análisis “científicos” de otras experiencias comunistas como en China o en Rusia y sus fallos, así como la posibilidad de construir una nación comunista exitosa y la estrategia a seguir para lograrlo. Mis principales críticas serian: 1) así como aquí en San Francisco poner la palabra “orgánico, “verde”, o “artesanal” hace la diferencia, en el mundo de hoy lo que vale es solo lo “científico”. Y lo pongo entre comillas porque es solo una palabra y es muy cuestionable, sobre todo en lo social decir que algo es científico.
Me invitaron a un meeting. No sabía muy bien qué esperar pero dijeron que sería ahí enfrente, y señalaron hacia el McDonals, y faltaban solo unos minutos para que comenzara, así que decidí esperar. Yo me imaginaba que íbamos a ser un grupo de personas frente al local de McDonalds gritando con altavoces, porque traían altavoces, y estaban invitando a la gente al meeting, protestando contra el capitalismo. Y ahí estaba esta gente, unos seis o siete contando algunas mujeres y dos de ellos gritaban por el altavoz, en inglés uno y luego en español el otro, que este mundo está jodido, que necesitamos una revolución, una en donde millones de personas cooperen, pero para eso “te necesitamos a ti”. Y más bien parecían locos porque nadie les hacía caso. La gente iba y venía sin siquiera voltear a verlos, como acostumbrada a este tipo de gente deschavetada. Y lo más dramático es que justamente en la contraesquina había otra persona con altavoz hablando sobre Dios, el infierno y la salvación. Y cuál va siendo mi sorpresa cuando descubrí que de hecho el meeting era dentro del McDonalds pero usado como centro de reunión y no como objetivo de la protesta. ¡A ha! Una reunión anticapitalista del Partido Comunista de los EEUU donde los líderes discutían sobre el futuro del socialismo mientras sostenían un vaso de McCafé en su mano. ¡Cosas más extrañas se han visto en este mundo, supongo!

Bueno. Después de un buen rato de discusión, emprendí el regreso y en el camino, cuando pasaba la esquina entre Mission St. y la 26th St., me encontré a unos borrachitos trabajadores como ellos mismos se llamaron. Estaban recargados en una pared tomando el sol y cuando pasé, levantaron la cabeza amigablemente en señal de saludo, así que me acerqué a platicar con ellos. Eran dos mexicanos, uno de Salamanca y otro de Oaxaca. Al de Salamanca, de unos treinta y tantos, pareció darle gusto encontrar a un paisano también de Guanajuato cuando le dije que yo era de Acámbaro. El oaxaqueño parecía más desconfiado. Les empecé a hacer muchas preguntas en cuanto a cómo podría conseguirme un jale[1] y no sé si pensaron que era policía porque de repente, cuando les hice un comentario sobre que ya se habían echado unas chelas, me dijeron “¡no!, nosotros no tenemos nada, no vendemos esas chingaderas, sólo borrachitos pero trabajadores!” Luego me dijo uno, “bueno, ¿pero tú que eres periodista o vienes a hacernos una encuesta o qué?” Lo que sigue fue un poco vergonzoso porque me dijo, “¿ah sí? ¿y que sabes hacer? Construcción, pintura, jardinería…” Y como para probar si era cierto que yo buscaba un trabajo me hizo que le enseñara las manos. Luego me enseñó las suyas y me dijo “estas son unas manos de trabajo” Y si, estaban todas llenas de cayos. Sentí como si mis manos parecieran de señorita a lado de las suyas, o como de esas personas que están hasta rosas de que no les da el sol porque se la pasan trabajando todo el día encerrados en una oficina.
Pero aunque mi descripción de los hechos parece tener tintes de hostilidad, todo pasó muy tranquilo y en humor de echarnos la mano. Al final supe que en “la Chavez”, la calle, es donde se paran los trabajadores cada día a las seis de la mañana a esperar a que lleguen los contratistas. El oaxaqueño me preguntó si conocía el DF y me dijo “así como se ponen con sus letreros de plomero, cerrajero, carpintero, etc.; igualito pero sin letrero. Tú vete a la Chavez a las seis de la mañana y seguro sale jale. Y si te agarras a un buen patrón ya chingaste porque te van a llamar seguido. Luego el de Salamanca agregó “pero córtate esa greña, quitate esa cosa que traes en el cuello (refiriéndose a mi bufanda) y rasúrate que pareces árabe o no sé qué”. 
También me dijeron que entre la 20th St. y la 24th. St. sobre Mission podría conseguir una mi[2]ca para poder trabajar, pero esa sólo se ocupa para restaurantes o establecimientos más formales. Cuando pregunté dónde vivían o cómo conseguir un cuarto me respondió el de Salamanca “no amigo, pues aquí estamos en un santuario. ¿Sabes?  Te vas a un shelter[3] y ahí te apuntas y te dan chance seis meses. Luego te cambias de shelter y así te vas de shelter en shelter hasta que se te acaban y entonces…” y ahí se empezaron a reir y no entendí lo que significó su risa. Él llevaba siete años viviendo por acá. Su apariencia no era la más saludable pero los dos se portaron muy solidarios conmigo. Finalmente me despedí de mis compatriotas con una gran alegría de pensar en vivir unos mesesitos en esta ciudad que parece tan interesante.



[1] trabajo
[2] Greencard, documento de identificación norteamericano.
[3] Albergue

jueves, 21 de febrero de 2013

Los buenos recuerdos


Todo parece ir mejor ahora. Hoy terminé mi cuarto día de trabajo en el rancho, ahora me toca descansar tres días de esta semana y el lunes también descanso, o sea, cuatro días seguidos. La carga normal de trabajo para los voluntarios es de treinta y dos horas a la semana divididas en cuatro días de ocho horas cada uno. Mi cuerpo empieza a acostumbrarse ya al trabajo físico, no me siento tan cansado como los primeros días. Mi apetito aumento considerablemente de tantas calorías que quemo de andar de un lado para otro cargando cosas y de mantener mi cuerpo caliente cuando la actividad es ligera y el frío traspasa mi doble pantalón y los dos suéteres y la chamarra que llevo cuando estoy fuera de la casa. 

Uno de los momentos más placenteros del día y que mas extraño de este tipo de experiencias es cuando al final de la jornada me doy un baño caliente, disfruto más que nunca de la comida, y por fin me voy a dormir cansado de toda la actividad del día, sintiendo como se relajan los músculos en la que parece la cama más suave que he tenido. ¡Ese sueño sí que se disfruta! 

Y también los días de descanso se disfrutan mas, no se necesita hacer gran cosa y aunque el clima sea malo, la sensación es la de un domingo a las nueve de la mañana con el sol empezando a calentar tras una exitosa semana de trabajo y una buena convivencia con amigos el sábado por la noche. Eso me recuerda aquellos días de universidad cuando nos fuimos un grupo de amigos a pasar un verano trabajando y conociendo la ciudad de Montreal. Los fines de semana solo necesitábamos salir a alguno de los parques o caminar o ver las curiosidades que se encuentran en las tiendas cerca de la Rue Saint-Laurent, y con eso nuestro día estaba hecho. Eso sí, una de las cosas más importantes es que éramos un grupo y teníamos con quien compartir nuestros descubrimientos y nuevas experiencias. 

¡Qué nostalgia aquellos días en la universidad, cuando todavía éramos estudiantes sin responsabilidades pero casi adultos! Con el mundo esperando a que lo conquistemos, con grandes ambiciones. Esos viajes a Nueva York, a Maruata, a Veracruz, a Guerrero, y hasta el famosísimo Tarandacuao, ciudad natal del gran gallo que ya no quiere que le digan gallo. 

Todos los amigos tienen sus historias. Entre las más memorables desde mi perspectiva están cuando encontramos al Charles encuerado en el piso del baño en Puerto Vallarta, cuando me agarro la policía en Nueva York por tomar prestadas unas prendas en una tienda de ropa, cuando Feregrino se cayó tratando de caminar en el hielo que se forma en las calles de Toulouse en el invierno (con todo el glamour que lo caracteriza), cuando el Casillas se gasto todo el dinero de su trabajo en Nueva York en ropa, cuando festejamos también en Nueva York el cumpleaños del Capelo y al otro día lo encontramos con una cruda moral insostenible y todo el cuarto lleno de comida echada de regreso (el día anterior Clau León le estaba dando Bacardi Blanco directo de la botella); o cuando Suri sacaba a bailar a todas las chicas en los bares de Montreal pero le dio miedo cuando una se le aventó, que por cierto no está nada mal, aunque tal vez como él dice, esta media zafada; y cuantas cosas me ha tocado vivir con el gallo que ya no quiere ser El Gallo, como cuando nos salimos de la carretera en las curvas de la sierra michoacana que llevan a la playa virgen de Maruata, una de las playas más bonitas que he visto en mi vida; o cuando nos peleamos por un kilo de naranjas que compro por treinta y cinco pesos cuando íbamos a Veracruz, aquel viaje en donde el Charles bailo en el escenario de un table-dance sin playera mientras veía como se movía su reflejo en un gran espejo. También me acuerdo mucho de aquella vez que se nos hizo de noche al Charles y a mí en Charco Frio, un lugar perdido en el semidesierto queretano. Esa vez vimos las estrellas como nunca y con un mapa que yo llevaba, descubrimos muchas constelaciones. Fue también ese día cuando nació el encanto que tengo por las Yucas que, en el crepúsculo de aquella noche, formaban siluetas caprichosas en el horizonte como si fueran monstruos retorcidos cuyas cabezas eran esa bola espinosa que tienen en la punta. La Sierra Gorda guarda muchos recuerdos para mí. En otro viaje con Daniel nos metimos a un circo de contrabando en Colón. Esa vez nos habían dado aventón unos obreros de una fábrica que iban medio borrachos tomando caguamas y manejando rapidísimo. Al día siguiente, mientras levantábamos nuestro campamento, vimos como una grúa remolcaba un Jetta blanco igualito hasta con alerón al que nos habíamos subido un día antes, pero todo chocado. Nunca supimos si era el mismo pero mientras nos daban ese aventón yo iba, perdón por la expresión, cagado de miedo. Ese viaje de tres días de Querétaro a Jalpan lo hicimos con cien pesos cada quien, y al regreso Daniel estaba muy orgulloso de cómo hasta le habían sobrado unos pesos. 
¿O alguien se acuerda de aquella noche bohemia en Taxco tomando tequila cuando nos encontramos a cuatro chavos en el kiosco del pueblo tocando y cantando canciones mexicanas, o cuando en Toulouse nos fuimos a una fiesta universitaria en bicicleta y se suponía que cada uno debía de llevar a una chava consigo en la bicicleta y yo pretendía llevar a dos y que luego nos robaron las chamarras y tuvimos que regresar a la casa caminando porque las llaves de las bicis estaban en las chamarras? En aquella fiesta un grupo de franceses terminaron totalmente desnudos arriba de una barra, aunque todavía había mucha gente en la fiesta. La única explicación que hasta el día de hoy encuentro es que era una fiesta de la escuela de ingeniería.

En fin, yo creo que deberíamos seguir con aquel plan que sugirió Daniel de escribir nuestras crónicas de Los Gallos y luego, compartirlas para ver las diferentes perspectivas y puntos de vista, lo que le llama la atención a cada uno. Me gusta más que ver fotos.

martes, 19 de febrero de 2013

Me doy, me voy a hacer capitalista

Por fin llegué el domingo pasado a mi destino final, el rancho donde voy a estar de voluntario por mes y medio. Llevo dos días y estoy medio hasta la madre. ¿Medio hasta la madre? Bah, por no decir que estoy totalmente hasta la madre.

El miércoles pasado llegué a San Francisco. Bien, que bonita ciudad. Audrey, mi chica, me recibió muy contenta y nos fuimos a cenar a un restaurante exótico de comida thai, pedimos un plato de pescado que se llamaba algo así como “Madame bass no se qué” y que según esto es la lubina, róbalo o sábalo, una especie de pez “perciforme” de la familia Moronidae. Eso decía en Wikipedia, y si buscas lo que es perciforme viene: también llamados percomorfos (Percomorphi) o acantópteros (Acanthopteri), incluyen alrededor del 40% de todos los peces y son el orden más grande de vertebrados. El nombre Perciformes significa «con forma de perca». Y así me podría seguir buscando en los hipervínculos que significa esto y aquello, es lo que algunas personas hacen y se vuelven adictos al conocimiento wikipediesco. Pero no, eso no me pasará hoy.
Estuvo buena la cena aunque tuvimos que compartir un plato entre dos y pedimos una porción de arroz a lado. Estuvo bien, no necesitaba más en ese momento aunque, si el dinero sobrara, podría haber pedido una copa de vino, un café de postre y si fumara me fumaría un cigarrillo terminando como hace mi hermano plácidamente después de cada comida. Yo también estaba muy contento de ver a Audrey. Me quedé en casa de unos amigos suyos que practican la fe cristiana a fondo, que es donde ella se estuvo quedando las semanas anteriores porque no tenía departamento. Luego el jueves fue día de los enamorados aunque Audrey trabajó y yo estuve trabajando también en mi diplomado sobre “un futuro sustentable”; pero el viernes nos fuimos a caminar a las zonas turísticas como el Distrito Financiero, Chinatown, Union Square, Yerba Buena Gardens, Mission District donde vive ahora Audrey y otros parques y lugares interesantes. Parece que lo más interesante de la ciudad es que está llena de cafés y restaurantes con mucha diversidad, clubes nocturnos, tiendas de moda, mercados de productos orgánicos, parques muy bonitos, Castro District donde viven todos los gays y lesbianas, y el famosísimo Embarcadero y el Ferry Building donde ya había ido hace como siete años con mi tío Ricardo Ovando. La gente en general se ve mucho más decente que en el resto de los lugares que me ha tocado conocer de California, incluyendo donde estoy ahorita, y en las calles hay muchos asiáticos, algunos indios, mexicanos y otros latinoamericanos, blancos y afroamericanos. Un poco de todo.
Las cosas tampoco son muy fáciles con una chica que ya tiene su vida hecha por aquí; y con la situación en la que yo vengo, como siempre, ligero, con mucho tiempo, pero sin responsabilidades ni complejos NI DINERO. Así que el sábado, después de ayudar a Audrey a cambiarse de departamento, fuimos a un restaurante japonés muy pequeño y muy bonito pero creo que tenía razón una amiga suya cuando nos dijo que ella sola se hubiera podido terminar todo lo que habíamos pedido. Estaba bueno, un sushi en el que cada rollito estaba cubierto con un pescado diferente y otra cosa que se llamaba algo así como Popcorn… y que era también pescado empanizado con arroz. En general tuve una buena estancia en San Francisco y conforme a mis planes, voy a estar yendo a disfrutar y a conocer aquella ciudad unas dos o tres veces por mes. Dicen que fue suerte pero desde que yo llegué el clima estuvo muy agradable, cielo despejado y ni necesidad de usar suéter a medio día a pesar de estar todavía en invierno. Caminando ahí por el Distrito Financiero, el viernes pasado en la tarde, ya todos iban saliendo de trabajar y hacía un sol precioso, poca madre (¿por qué no decirlo si es mi blog?); y ahí iba yo caminando con mi chica, todo el mundo contento. Hasta los vagabundos parecían contentos. Solo un perro que estaba a los pies de una señora sin piernas, bueno, que estaba a lado de su silla de ruedas, no parecía muy contento cuando dos personas se acercaron a hablar con ella. También era vagabunda o eso parecía.

Hace dos días que me vine al rancho, como a una hora y media de la ciudad. Audrey me trajo en su coche; yo hubiera preferido venirme sólo pero aquí en Estados Unidos las cosas no funcionan tan bien si no tienes coche, y menos en una zona rural aunque eso creo que es igual en todos lados. Así que, ya oscuro, llegamos al rancho, nos despedimos y Audrey se fue. Resultó que no era el rancho que yo buscaba pero afortunadamente me encontré con un paisa acá, tumbado con un gran bigote negro, tenis y pantalones de cholo, que me ayudó. Había nacido en México pero se crió desde pequeño aquí y conocía a Linda McDonald, la que dirige el rancho donde estoy ahora. Me invitó a pasar a su casa y para mi sorpresa había como treinta personas ahí, un titipuchal de niños como diría mi abuela, o un manojo como diría Rodrigo. Primero pensé que todos vivían ahí y que así es como se veía una típica casa de mexicanos en la zona rural de EEUU, pero no. Estaban en los últimos momentos de una carne asada familiar. La mamá estaba ahí también, una mamá mexicana que de inmediato me invitó un “steak” con ensalada de papa. El cholo, Jesús, me invitó una chela “¿quieres una chela gouey?”; tenía un acento chistosísimo de chicano como los de las películas. Los niños estaban viendo una película o programa de policías de Los Ángeles que según eso eran grabadas de la vida real. Ahí salian los mexican cops y decían “open de door pendejo”. Al poco rato llegó Linda McDonald, habló con Jesús por un momento, y luego nos venimos al rancho en medio de la oscuridad. No tengo ni idea de donde estoy, sólo sé que estoy cerca de Santa Rosa. Cuando llegué me encontré con una pareja de franceses y un americano de Mississipi, todos se iban al día siguiente. Los franceses, un chico y una chica, habían dicho que tenían un problema familiar y tenían que volver a Francia aunque me confesaron luego que se iban porque no les había gustado el lugar. Jamie, el americano afroamericano de Mississipi, que supuse es gay por su forma de comportarse aunque muy amable, tampoco se quedó con muy buena impresión del lugar. Mmmhh, pues es un rancho en medio de las montañas, con muchos árboles alrededor y caballos. Para subir a donde están los caballos hay una cuatrimoto disponible, pero allá todo está lleno de estiércol y hay que andar limpiándoles las pezuñas con un como palillo de dientes pero para las uñas que se llama “hoofpick”. Hoy tuve que descargar una camioneta pick-up (apodada “La Bestia”) llena de estiércol en una pila, o más bien una montaña enorme de estiércol a lado del camino. Todos los caminos tienen subidas muy empinadas y ahora que ha estado lloviendo está frío y lodoso. Mi trabajo es alimentar a los caballos, limpiarles las pezuñas, ponerles sus chamarras en la mañana, limpiar el establo, ponerles las chamarras en la noche si va a hacer frío, etc. Y creo que este trabajo normalmente lo hacen dos o tres voluntarios y ahora sólo estoy yo para hacerlo.

De hecho esto es lo que quería, estar en un lugar donde mi mente estuviera tranquila, donde pudiera apreciar los placeres de la vida no teniéndolos tan a la mano y sobre todo donde pudiera trabajar con el cuerpo como lo han hecho los hombres desde hace miles de años hasta que llegó nuestra “era digital”; ahora la mitad de los trabajos es estar frente a una computadora. Nuestro cuerpo está diseñado para trabajar varias horas del día y ahora la vida sólo te permite la actividad física si vas a un gimnasio y además hay que pagar. Supongo que me desacostumbre a esta dinámica porque me duelen los brazos y las piernas.  De repente siento que la energía se me acaba para seguir este estilo de vida. Creo que cuando regresé de España me sentía así y por eso empecé a trabajar en Jalpan pero luego, cuando me dieron fuego, pensé en volver a las andadas. Pero es mucha chinga, ¿y para qué? ¿Para que estudié en una universidad privada tan cara y para que fui a España a hacer un máster? ¿Para recoger caca de caballo bajo la lluvia en un rancho perdido donde no me pagan y de hecho hasta tuve que poner quince dólares de mi bolsa para completar mi despensa de la semana?
Me voy a hacer capitalista mejor. Voy a conseguirme un trabajo donde gane dinero para ir a buenos restaurantes y comprar mucha ropa. Voy a dejar de preocuparme tanto por el medio ambiente, por la pobreza del mundo y las guerras. No importa que me dedique a importar basura de China para venderla en tiendas como Waldos pero espero poder estar en un lugar cerca de mi familia y donde pueda seguir teniendo contacto con los amigos que he hecho durante estos años. Quiero ver a mi amigo Digu de la India y no creo que él vaya a venir a visitarme. Quiero ir a ver a Simon en Alemania ahora que esté mejor, hacer un viaje con Daniel, con el Charles y con el  Suri. Salir con mis primos en la ciudad de México y ver a mis tíos y tías por ahí.

Las experiencias como esta, lo único bueno que tienen es que te hacen reflexionar y apreciar lo bueno que tenemos en la vida. Estar limpio, estar calientito, estar con gente agradable. Aquí sólo está Linda que se la pasa dando órdenes; Richard, que es como de sesenta años, simpático pero que me trae en chinga; el hijo de Linda de veintiséis años que no me quiso dar pan cuando ni siquiera se lo estaba pidiendo, que no hace ni un poco de esfuerzo por entender que onda y que parece un pendejazo; y una chava de catorce que está en la edad de la adolescencia con todo lo que implica.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Autenticidad

Downtown L.A., CA.  

En cierta forma, todo aquí en E.E.U.U. es una copia de cosas que ya existen en otros lugares del mundo y, aunque muchas veces son copias mejoradas como es el caso de algunos tipos de comida, arquitectura, estilos de vestir, y hasta personalidades; yo todo lo veo como si tuviera algo de falso, o de no auténtico. Todo sólo es apariencia, exterior. Ya sea en colores de edificios, sabores de comida, forma de maquillarse, modelos de coches, o el “buen gusto” de la gente. Por eso aquí sí me gusta ir a las hamburguesas, es casi la única cosa que puedo hacer sintiendo autenticidad, realidad, esencia. Todo el resto lo siento artificial, como si la parte de la esencia humana estuviera siendo relegada para crear vidas artificiales con un buen gusto desarrollado de acuerdo a las necesidades del mercado.


Una vez hice un tour en unas tiendas de perfume en Francia con una chica que me explicó a detalle el arte de saber escoger un perfume, los olores, el empaque, lo que cada uno representa. Es como elegir una parte importante de tu identidad y hay toda una significación detrás; y es igual con la moda, la comida, los libros, etc. En cambio aquí, ahora que estuve visitando algunos hoteles en las Vegas, que parecen más bien plazas comerciales por dentro, encontré algunas de aquellas marcas de perfumes y pensé que habrá quien sepa o a quien le interese todo aquello del arte de escoger y usar el perfume correcto como para ameritar pagar lo que cuestan, pero la mayoría de la gente solo llegaría a la tienda y, igual que si le estuvieran vendiendo un perfume de Avon o una botella rellena con perfume de Tepito, se lo llevaría solamente para comprar status.

martes, 12 de febrero de 2013

Algunas Impresiones


He estado juntando pensamientos e impresiones que quería escribir desde que crucé la frontera pero había estado moviéndome mucho para tener el tiempo de sentarme y escribirlo. Aquél mismo día que mi prima Lola me recogió hubo muchas cosas que me llamaron la atención pero por alguna razón los vagabundos siempre me intrigan profundamente; me pongo a pensar qué tipo de vidas habrían tenido, qué piensan, qué los mueve en la vida para no simplemente dejarse morir, cómo le hacen para sobrevivir en las noches frías, si están o no desequilibrados de la cabeza o enfermos, si están tristes o se vuelven un poco insensibles a muchas cosas, si tienen esperanza o creen que un día todo va a mejorar, si creen en Dios…

Pero pasando a otra cosa, pues así es el camino, que no te deja terminar de pensar o reflexionar sobre una cosa porque ya la situación te exige pasar a lo siguiente, en San Diego me encontré con una enorme y diversa población de árboles que en Tijuana no vi. La geografía es la misma, montañosa y con una humedad que le da un tinte verde al paisaje, pero en Tijuana hay muy pocos árboles comparado con San Diego. Mi prima Lola respondió a esta observación que el condado de San Diego le roba (seguramente de una forma legal, como pagando) el agua a Tijuana y, aunque es un servicio muy caro, la gente ahí tiene el dinero para pagar por suficiente agua para tener jardines verdes y albercas por todos lados para el caluroso verano. Con esta observación me vino a la mente cuando crucé de Nuevo Laredo, Tamaulipas, a Laredo, Texas donde automáticamente el desierto pareció menos seco, el clima cambió de estar despejado a estar nublado, frío y húmedo, y me sorprendió la cantidad de coches que había por todos lados. Autopistas enormes, calles anchas, estacionamientos inmensos llenos de coches y camionetas y en la carretera había lotes llenos de coches nuevos, y todos los coches que estaban en la calle también se veían bastante nuevos. Creía que California y Texas eran los lugares del mundo con más coches per cápita en el mundo aunque ocupan el lugar veintitrés y el cuarenta respectivamente en la lista de coches per cápita por Estado en EEUU con 840 y 720 por cada 1000 habitantes. Sin embargo, si es el primer país en el mundo en coches por persona en la lista de Wikipedia si descartamos Mónaco, una broma de país que en realidad es un necesitado paraíso fiscal para los ricos de Francia e Inglaterra.

Lola me llevó a conocer dos universidades, University of San Diego, católica y privada donde estudian los ricos de San Diego y los juniors y narcojuniors de Tijuana y de otras partes de México; y la San Diego State University. Sólo me faltó conocer la University of California, San Diego una de las instituciones de investigación más reconocidas del mundo. La primera sólo la conocí superficialmente, por fuera en un paseo en coche. Todos los edificios parecían bastante nuevos y la gente iba bien vestida, las mujeres con mucho maquillaje, todos con una sonrisa radiante y un rayo de sol en la cara como iluminándoles los ojos claros y caminando triunfantemente con el aire moviéndoles el hermoso cabello como en algún anuncio del Tec de Monterrey. Bueno, al menos eso es lo que me acuerdo que me acuerdo, o más bien la imagen que me quedó después de lo que mi prima y un profesor que tuve de San Diego me contaron sobre esta universidad de derechistas. San Diego State University me pareció más aterrizada, aunque también ayudó que ahí sí caminé un poco y conocí la biblioteca, los pasillos y algunas tiendas. A excepción de las tiendas de Starbucks y algunas otras que están dentro de la universidad para que los alumnos compren, todo parecía tener un ambiente bastante académico y agradable para estudiar.

lunes, 11 de febrero de 2013

Civilization

Las Vegas is full of proud people coming to spend thousands of dollars shopping and gambling, what could be considered as a sign of the economic glory of the United States. For me is a decadence symptom of our present civilization.

Nevertheless, leaving the social and environmental perspectives on the side, it's incredible how anyone could ever imagine building a city here. During the drive to Vegas, long before we reached the city, we drove through a very hostile desert; one of the more inhospitable ones I have seen apart from the one at the Sinai Peninsula in Egypt (very beautiful to see though). While exploring a little bit I went up to the twentieth floor of the hotel we are staying at, which in fact is the nineteenth because there is no thirteen floor due to a superstition that most of the people don't really know about or understand but accept (just as most things in life are), I found myself looking at an astonishing landscape with big mountains, some of them with a strong red color tone I haven’t seen before. The entire city is surrounded by mountains that can be seen in the distance with their peaks covered by snow. The city itself is magnificent.

Imagining this greatness in where once was a harsh desert with no water and no more vegetation than small thorny bushes allow us to witness how far the human civilization have gone to. For some people (even for me before I started to worry so much about the environment, the contradictions and the injustices of this world) this place could be the closest way of experiencing what visitors felt when they first saw cities like Luxor, Rome, Tenochtitlan, Paris, Machu-Pichu, Agra, the Vatican, the Mecca etc. in their period of apogee. Seeing those places today is still a great experience but you are witnessing a passed period of glory (and in some cases, like for Tenochtitlan, history had other plans). 

CASINO


I just went to the casino to lose ten bucks right away. I wasn’t actually expecting to get out with a fortune, that money was to be spent there but I just thought that I was going to have a little better luck. At least I understood how people could get addicted to it; you always think or have the hope of winning the next time, “just one more chance with the possibility of doubling or tripling what you start with” so you start over and over again. In my particular case I liked the roulette with which you have the option of betting to the black or the red colors that, except for two green numbers, compose the roulette. That means almost fifty percent probability of winning that make you think “yea, why not giving just another chance?” Then, if you have two chances to gamble, and you already lose the first one, your mind automatically will come to the reasoning of “well, if I have fifty percent probability of wining on one chance, I MIGHT HAVE HUNDRED PERCENT PROBABILITY OF WINING IF I PLAY TWO TIMES”. But you know what? YOU DON'T, you keep having fifty percent probability and even less! This machine I was playing on, an electric-operated one with three dollars minimum bet (the human-operated one was ten dollars minimum bet) had two green numbers, cero and double cero, that were getting six to seven percent probabilities that also diminishes your supposedly fifty percent probability of wining by betting only to the black or the red, even or odd, or numbers one to eighteen or nineteen to thirty six.



In conclusion, gambling is a business, and one of the post profitable ones, but that's for the owners of that “movida” [1]. If you're a gambler, you better look for profit somewhere else and don't spend it all in gambling. Even better; try to find a healthier or more philanthropic way of spending your money. Anyways, in any case you start winning like that group of nerds from an Ivy League University that were calculating probabilities, you will get caught by the police. Now there is a law that makes illegal to calculate, meaning practically that it’s illegal to win in a fucking casino. Yea, that’s the way it is… incredible hum?!  




[1] Affair, business

domingo, 10 de febrero de 2013

Las Vegas


What could I say? It is somehow what I’ve imagined before. Remember that I am becoming an environmental activist, so don’t expect great comments about the place. What was more shocking was the fact of seeing all those massive buildings full of lights, expensive shops and the casinos where mostly lonely people spend fortunes gambling; feeding with money the already gigantic corporations that own the casinos while homeless people roaring in the streets can be seen, in addition to the fact of having a neighboring country with high levels of poverty (Mexico), wars in the Middle East, etc. I think of the hypocrisy and cynicism in its bigger disclosure seeing how people don’t give a shit for their neighbors suffering when supposedly America is spreading  liberty and democracy, so the people (not all of course) support a war against anyone who thinks different to “liberate them”. If I were one of those countries that had been “helped” in history I would say to America: “Thanks, but don’t worry about me, don’t help me please!”
Maybe I am being too partial, what I was thinking the other day is that this is already my second time in California, I knew how everything is but the way some people talked me about it and people I’ve met during the last years changed my impressions a little bit. I sincerely hope I will find my place here, at the ranch I am going to or in San Francisco from where I’ve heard so many good things. Sometimes I think I am becoming too extreme, I remember the last time I went to Mexico City how I thought that living there would be so unhealthy according to what I would like my life to be. On the other side, whereas living in Jalpan I felt that my healthy side was fulfilled, I missed being with people who shared my interests, to whom I was able to discuss more academic and philosophic issues; exactly the same I miss when I am in Acambaro except for when I spend time with my friend Jorge.
On the other side though, from my aunt Dolores and her family’s perspective, Las Vegas is full of beautiful memories of past times passed here. She and her family have always lived at Los Angeles and this city of Las Vegas has been for a long time a world famous spot that everybody wants to know. She invited me to come with the best intentions and I totally appreciate that, and in fact I’m having a very interesting experience here plus the comforts of the Spa we have at the hotel. I think this was my first time being in one and, God, it feels nice! Even though the relations between aunt Dolores and her family and the rest of my family in Mexico had been turbulent, since the first time I came to visit in 2006 they were really nice to me. I clearly cannot take sides, or at least I prefer not to, but the more I know my family, the more I understand the complexities of human social relations. And as Mr. Nasser told us today: “what happened a minute ago is history and i cannot do anything about it, but I surely can do something in the present in order to improve the course of the future”. So no matter what history brings us out, on a personal, familiar, national or any other level, we can take our responsibility to build our own life and relationships with the world we live in. That’s why I, as an independent individual being, want to know the Wiarco family better and build my own relationship apart with them.
Today we went, thanks to my aunt again, to meet Mr. Nasser, a Holocaust survivor. My aunt was getting an order of autographed copies of a book written by him for the kids of the school she works at. With all the stuff going on here, the talks about the family and about the US and Mexican politics with my cousin Vanessa, the updates on what we’ve been doing, plus all the attractions of Las Vegas; I didn’t really get the fact that we were going to meet such a person until we were outside of his and his wife’s home. He is the author of the book “My Brother’s Voice, How a Young Hungarian Boy Survived the Holocaust: A True Story”. Even though I am critical about the whole idea of the Holocaust and how the US’ interests support a bunch of propaganda on the side of the Jews only, while other holocausts are going on around the world, Mr. Nasser does not have anything to do with all this. He is the kind of person you imagine living his life as a second chance, with a strong personality but a great humility and peacefulness. His words are deep but his humor is like one of an innocent kid. He married a Quebecois[1] and decided to settle in Las Vegas where the weather seems to be pleasurable for the elder people and now he spend his life giving speeches at different schools and universities across the US and he is learning painting during his free time. It was a real honor to meet him.




[1] From Quebec, the French-speaking province of Canada



jueves, 7 de febrero de 2013

¡Vagabundos!


La primera cosa que llamó mi atención después de cruzar la frontera fue la cantidad de indigentes, en su mayoría de origen afroamericano, aunque también vi algunos blancos. Los hispanos y los asiáticos casi no entran en esta categoría ya que, aunque su apariencia puede hacer que se vean muy jodidos, casi siempre son trabajadores del campo o de alguna cocina de restaurante. Me llamó la atención un vagabundo en particular que pasó a lado de mi en el Jack in the box donde estaba esperando a mi prima Lola cuando acababa de cruzar la frontera. Entró de la calle con unas bolsas grande como de despensa en cada mano, unos tenis Nike rojos muy llamativos, y se fue caminando hacia el baño. En eso me acordé de lo que dice mi primo Rodrigo de que los vagabundos aquí en EEUU usan tenis de marca y están gordos. Un buen rato después, antes de salirme del restaurante, fui al baño y vi los mismos tenis y las bolsas en el suelo dentro de uno de los baños. Parecía estar descansando, pues por debajo de la puerta se alcanzaban a ver sus pies desnudos y parecían inflamados o eran unos pies un poco gordos. Pero igual, de una manera o de otra, seguramente le dolían de tanto caminar. Afuera en la calle ya estaba oscuro y hacía frío. De ahí me fui a sentar a una placita con diferentes negocios donde había mucha gente esperando y a lado de mí estaba dormida en una mesa una chava que parecía muy bonita y joven aunque muy sucia. Igual que el vagabundo, tenía una bolsa y una mochila vieja y sucia a su lado. A ratos despertaba y sin abrir los ojos se rascaba la cara y el cuerpo de una manera extraña, como si de repente sintiera los piquetes de muchas hormigas que se le hubieran subido mientras dormía. Cuando recién crucé la línea fronteriza, como a las siete y media de la noche, había muchos trabajadores que llegaban en los trenes, bajaban muy apurados para cruzar primero, algunos corrían. Iban a su casa en Tijuana, los muy suertudos, que trabajaban aquí y viven allá donde les rinde más su paga. A esa hora había también muchísimos policías y movimiento en general. Más tarde ya todo estaba tranquilo, hacía frío y ya hasta los vagabundos se habrían ido a un lugar donde pasar la noche. Al día siguiente me tocó ver menos vagabundo, pensé que tal vez el hecho de ser frontera siempre atrae un poco más a los sin techo, aunque también podría ser porque este allá es el punto más al sur de California, donde el clima es más bondadoso y el paso de mucha gente da más oportunidad de juntar algunas limosnas aunque muchos de ellos sólo parecen estar errando sin pedir dinero. Lola me dijo que algunas veces son veteranos de las guerras que reciben dinero del gobierno pero tienen problemas con el alcohol o algún desorden mental que les impide llevar una vida normal.

Ese día más tarde pasó mi prima a recogerme y agarramos la autopista no. 5 que sube hasta San Francisco. Al igual que la mayoría de las autopistas que he visto, tiene  como cinco carriles de cada lado. En veinte minutos más o menos ya estábamos en San Diego. Fuimos a dar una vuelta en coche por la ciudad vieja y por los barrios que están junto a la playa, Ocean Beach, Pacific Beach y Mission Beach. Hablamos mucho, poniéndonos al corriente sobre lo que habíamos hecho y sobre todo de lo que había pasado con la familia en México y aquí en California.

martes, 5 de febrero de 2013

San Ysidro, ¡del otro lado!


¡Qué estrés carajo! Ya estoy del otro lado, que alivio siento. Lo que no mencioné antes por miedo a que fueran a leer mi libreta aquellos policías, in a way i wrote thinking that it could happend, es que en lo primero que pensé fue en pedirle a mis papás que me hicieran un depósito temporal sólo para imprimir mi estado de cuenta. Muchas veces es obvio, pero en un país donde 99 de cada 100 respuestas es dinero, poco parece importar de dónde viene o cómo lo obtuviste. Mi mamá sólo tenía disponibles catorce mil pesos, algo así como mil dólares, y el plan ideal hubiera sido esperar a que mi papá consiguiera algo más para probar esta disponibilidad de efectivo pero eso no sería tan sencillo. Decidí probar suerte por segunda vez con el pretexto de que al día siguiente regresaría con un depósito mayor si aquel no les satisfacía y que venía a recoger mi caja de pan tradicional de Tecate que había comprado para mi prima Lola con la que me pensaba encontrar una vez cruzada la frontera. La historia fue totalmente diferente. No hice ni un minuto de fila, en la oficina de los permisos habían cambiado de turno, me atendió un policía joven que me hico un par de preguntas a las que respondí correctamente y no vi a ninguno de los que me habían atendido antes. Mi caja de pan estaba sobre un mesa pegada a la pared trasera, abierta. Ya había empezado la pregunta sobre ella cuando me di cuenta de que se la estaban comiendo, así que sólo hice un comentario diciendo que aquella caja era mía aunque mi voy y mi expresión comunicaban más bien sumisión y miedo a que aquel miembro de la CBP (Customs and Border Protection) revocara lo que parecía hasta ese momento una respuesta afirmativa a mi permiso de seis meses. Al final me lo entregó tranquilamente y yo salí también tranquilamente intentando disimular la inmensa alegría que llevaba por dentro, de nuevo como si un movimiento en falso pudiera echar para atrás mi logro.

Hubo una confusión sin embargo, cuando él me preguntó si pensaba vivir seis meses con 1 400 dólares, dijo “fourteen hundred” que con el nerviosismo yo pensé que él se estaba confundiendo y pensaba que tenía 14 mil dólares. Pero el “fourteen hundred” sólo era una conversión rápida que él hizo dividiendo la suma en pesos entre diez para hacer dólares. Según mis planes yo iba a decir que ese era sólo mi dinero disponible por el momento pero que eventualmente recibiría más; sin embargo, eso le bastó, y parece que respondí el resto de las preguntas atinadamente y creyó que con eso iba a vivir. Ese dinero no es mío, pero si no trabajo legalmente o me aviento a trabajar sin papeles, puede ser que en los seis meses gaste muchísimo menos que eso. Ahorita estoy a unos cuantos metros de la línea esperando a mi prima para ir a San Diego. Nuestro punto de encuentro es un “Jack in the box”, un fast-food parecido a McDonalds, así que tuve que pedir una cheeseburguer para poder esperar aquí porque hay un letrero de no merodear; supongo que para los vagabundos, porque hay muchos. Esmpecé a escribir esta nota hace un rato, y cuando finalmente me disponía a comer mi hamburguesa, encontré que había mucha lechuga y jitomate pero ¡no carne! Pensé en comérmela ya así, pero aquí en EEUU el cliente es primero así que fui a que me la cambiaran.


CROSSING THE BORDER LINE


I just got a big susto trying to cross the border to the US. I went directly to get the six months permission to be within the country. Indira had told me that normally it is very easy to get it, just saying that I am visiting friends or family and she said it would be better saying that. I preferred doing it in the right way, telling all the truth about my plans volunteering with WWOOF and saying that I was planning to spend the whole year doing it. The police I got to talk with said that getting food and accommodation was a kind of remuneration and my visa was not the right one to do that. He started asking questions, saying that he was able to cancel my visa and that I would have to go to the US consulate to apply for another one that allows me to do what I was planning to do. Another guy who seemed to be a superior came to me and he rather made questions focusing on how I was going to finance my trip. I tried to give an explanation but he became rude and said that if I was not able to prove him financial solvency he will cancel my visa. I didn’t know what to say, I became very nervous at the idea of not only the fact that I wasn’t going to be able to get in but that he could eventually cancel my visa. I tried to be as quiet as I could and said yes to whatever he asked. I sincerely thought I was doing everything right and as I volunteered once already in New York City, I think it is totally legal to do that. I walked the line back thinking of a way to prove them that I am not thinking of overstaying and that I would not like to risk that visa, as it is a big privilege to have one. I think that if they would have just listened to me it was obvious that I wasn’t the kind of person who is going to work anywhere just to make money. I understand what is happening, they’re just doing their job and it was me who chose to come in this unconventional way and situation. They seemed surprised of me talking fluently and of my passport full of stamps. I think they also wanted me to get in as everybody else but this is the way the system is built. I felt kind of miserable; I think that the people who get caught when crossing illegally feel the same but a thousand times stronger. Tijuana is a tough place, there is all kind of injustices, good and bad people, frustrated migrants who stay here to work at the maquiladoras, where they get miserable wages but sometimes is better than what they could get back home. Tijuana is people from California who come and are welcome to spend their dollars in all kind of things including prostitutes and casinos of the multimillionaire politician Hank Rhon, son of Hank Gonzalez who also owns a big part of the Mexican wealth. Tijuana is opulence, malls and luxurious neighborhoods surrounded by enormous poverty belts sitting in beautiful green mountains in where school courses have to be suspended during the rains because of the danger of landslides. There is a big difference amongst the people who, having a visa, can cross anytime to the neighboring cities of the US, getting cheaper goods, entertainment and even products to stock up their business and sell them to the workers that can only see the lines of cars going to the “otro lado” everyday but cannot cross. For those workers, life is all about working, being in a recondite corner of Mexico where the next big city they can go to is Mexicali, to hours away, and Hermosillo, ten hours away. For them, what seems to be the paradise of the developed US city of San Diego, is so close and so far at the same time. 

“DAR ESQUINA” (nota para el post del Grillo)


Entre las muchas cosas que aprendió el Grillo en su vida está la habilidad para tratar a la gente, incluso a los más difíciles, gracias a la experiencia propia de vivir en la calle y a las muchas situaciones a las que este tipo de vida puede llevar. Una vez, para no pagar estacionamiento de tráiler que es bastante caro, se las ingenió para que un grupo de malandros en la frontera sur de México le cuidaran su tráiler y su carga mientras él dormía tranquilamente, o no sé si tan tranquilamente. Les había invitado un poco de drogas, pero sobre todo, les había hablado en su lenguaje, directo y desde la misma altura. Hay muchas veces que un escenario puede tornarse a favor con el simple hecho de dar dignidad a la otra persona y el respeto de un igual. Tener miedo en estos casos puede ser tomado como ofensa, un detonante de violencia como consecuencia del miedo que se traduce en rechazo o al contrario provocado por alguien o por alguienes desconocidos.

El Grillo también me explicó cómo en la misma frontera se puede encontrar gente que si te ve muy jodido se solidariza y te da una esquina en su cantón[1]. Por fin entendí de dónde nació esa expresión de solidaridad con otra persona.



[1] Casa, para los que se lo preguntaban. Siempre puede haber alguno.

lunes, 4 de febrero de 2013

El Dandy del Sur


Llegue la tarde de ayer a Tijuana. Unos minutos antes de entrar a la ciudad, el conductor dio un breve toque de claxon a un grupo de hombres que caminaban por la orilla de la autopista, cada uno con su mochila. Eran migrantes que ya venían de regreso según me dijo. Seguí preguntando sobre cómo los echaban para atrás y me dijo que más bien habían intentado cruzar y se habían dado cuenta de que estaba muy vigilada esa zona y mejor se regresaban. La ciudad de Tijuana se extiende a lo largo de la línea fronteriza entre montañas y riscos llenos de arbustos y pasto verde que, para mi sorpresa, le da un toque de verde a toda la ciudad con las montañas de fondo. Yo pensaba que era una zona desértica y plana pero es más bien montañoso y húmedo. Otra cosa que me tomó por sorpresa es el tamaño de la ciudad que según mi amiga Indira ha crecido mucho en los últimos años en parte por las miles de maquiladoras que se vinieron a instalar después del Tratado de Libre Comercio. Tijuana esta ENORME, 1.8 millones de personas con una mayoría de trabajadores y colonias populares pero también con zonas residenciales y plazas lujosas para los oligarcas que conservan la riqueza acumulada en pocas manos empezando por Hank Rhon, el principal monopolista y ex presidente municipal que por cierto ahora va por la gubernatura del Estado. Mientras esperaba a Indira en la central camionera me fui a dar una vuelta por un albergue de “Misioneros de la Caridad”, la orden de la Madre Teresa de Calcuta[1] donde había una fila de gente a la que un taxista se refirió como “puros viciosos que luego salen de ahí y son los que andan robando”; según ese taxista, todos andaban drogados. Cuando pasé a lado de ellos yo vi más bien a gente pobre, algunos ya de edad pero a excepción de dos o tres, todos parecían perfectamente sobrios y pacíficos.

Luego Indira me llevó a misa con un padre de la orden de los “Misioneros del Espíritu Santo” que parecía muy joven, traía el cabello alborotado hasta los hombros, bajo el hábito se le alcanzaban asomar unos tennis y unos jeans bastante usados y hablaba con mucha energía, poniendo ejemplos de películas de caricatura e interactuando con la gente preguntando sobre las lecturas o la interpretación del Evangelio. Después dimos una vuelta por el centro de Tijuana, la Avenida Revolución, la zona roja y finalmente fuimos al ancestral punto de encuentro y uno de los bares más tradicionales y antiguos de la ciudad: El Dandy del Sur. Este bar parece conservar la decoración de sus años de apogeo en las décadas de 1970 y 1980, o tal vez de 1940 y 1950; con sus luces de neón al exterior, mesas bajas en el interior y una enorme barra donde se abarrota la clientela que me tocó ver más bien conformada por mujeres. La barman también era una mujer gorda. Yo pedí un caballito de tequila con una cerveza Tecate, y luego un Don Pedro con Coca, lo que boicoteó mi plan de boicotear a la Coca. Indira pidió una piña colada y luego una margarita bien cargada que terminé tomándome yo.




5 febrero

Ayer estuvimos dando vueltas por Tijuana, fuimos a conocer las orillas del lado este de la ciudad y nos fuimos hasta Tecate en donde dimos una vuelta por el tranquilo centro del pueblo, compramos pan dulce tradicional y pasamos por un lado de la cervecería Tecate que ocupa como dos cuadras. Me dijo Indira que el pueblo había recibido su nombre de la cervecería y no al contrario. En seguida pasamos por los barrios ricos junto al mar, “Playas de Tijuana” se llama, paseamos por el malecón y vimos las rejas en la playa que separan los dos países. El largo malecón, igual que la Avenida Revolución están llenos de locales vacíos cuyo apogeo acabó con el recrudecimiento de las medidas de seguridad en las fronteras de EEUU después del ataque a las torres en 2001. Sin embargo los pequeños comercios parecen querer florecer de nuevo con la creciente clase media tijuanense. Esa clase media no es, por mucho, la mayoría de la población, la cual está localizada más bien en los cinturones de pobreza que rodean todo el centro de la ciudad. Colonias y colonias una tras otra de vulnerables casitas acomodadas en las faldas de los cerros. 



[1] La Madre Teresa, al ver la miseria que se vivía en la antigua capital del British Raj (nombre que se le dio al Imperio Británico que comprendía los territorios que conforman hoy los países de Paquistán, India y Bangladesh) y ante la impotencia de ver tanta pobreza, dedicó su vida a ayudar a morir a aquellos que no tenían a nadie en sus últimos momentos, brindándoles compañía y aliento para quitar el miedo a la muerte y ayudar a dar este último paso.


domingo, 3 de febrero de 2013

I made it to Tijuana!


First goal accomplished. I’m on my way from San Luis Rio Colorado to Tijuana on a bus that offered me the ride for half the normal price. Why? Because I didn’t get a ticket so the money is for the operator and his helper. Some people may call it “corruption”, even people like me under certain circumstances; but not me right now under my current situation. I didn’t even blink when he proposed it. I’ve no guilt and if someone asks me, I can just say that I didn’t get my ticket but that I didn’t realize of how it all works as did all my way up to here hitchhiking.

A veces cuando estoy lejos de mi casa empiezo a sentirme muy vulnerable, empiezo a pensar en la fragilidad de la vida y en lo fácil que todo puede cambiar de un día para otro. A veces algún pequeño dolor de estómago o de cabeza me hace pensar en la posibilidad de alguna enfermedad que me llevara a la muerte de un momento para otro y eso me hace evaluar mi vida. Me siento triste de tanta vulnerabilidad pero estoy tranquilo conmigo y con aquellos a quien quiero. Mis papás siempre me han apoyado y hasta les gusta que haga las cosas que quiero hacer, y muchas veces recibo sorpresas como esta última vez que vi a mi amigo Jorge García con quien tantas aventuras he vivido. Siempre en nuestras despedidas prepara alguna cosa chingona para hacer, como esta última vez que fuimos a una parte de la Presa Solís que yo no conocía, en un pueblo vecino de Taranda que se llama El Puente, y desde donde se ve parte de una hacienda que tuvo que ser inundada con la construcción de la presa en 1949. Ahí, con la magia que siempre acompaña aquellas aventuras, estuvimos viendo el atardecer sentados y hablando e imaginándonos cómo habría sido la vida en aquellos lugares cuando nuestros papás fueron jóvenes , cuando la hacienda inundada estuvo en su apogeo, de aventuras pasadas y de cómo vemos el futuro acercarse a nosotros y lo que quisiéramos ver, hacer, lograr. Frente a nosotros se extendía el final este de la presa, un gran pedazo de terreno y más atrás el pueblo de Puruagua que está a las faldas de unas grandes montañas donde está el famoso agostadero del que mi amigo siempre me habla y al que hemos estado queriendo organizar un viaje.

Cuando me voy a ir empiezo a ver todo de una manera mucho  más nostálgica, pongo mucha más atención en pequeños detalles porque sé que en algún tiempo no voy a regresar y descubro cosas que no había notado antes pero que siempre habían estado ahí.  Pero tengo la impresión de que esta vez todo fue mucho más intenso que en viajes anteriores y fue una gran sorpresa recibir un mensaje de este gallo deseándome mucho éxito y que “no me desanimara por nada”.  No lo había respondido porque quería primero llegar a Tijuana para poder decir, ahí está hermano, ¡está hecho; y dime si te mentí cuando te conté aquellas maravillas sobre Cuba!
***
Me la pasé poca madre con Carolina. El viernes que el Grillo me dejó en Santa Ana, hecho polvo después de aquél viaje de 15 horas sin parar. Me di una chaineadita[1] en un baño de la central donde me rasuré, me cambié de playera y de ropa interior, me lavé los dientes y luego me puse a escribir el post anterior en el que me tardé un buen rato. Luego fui a desayunar los tradicionales huevos con machaca, tortillas de harina y un jugo de naranja en un pequeño restaurante donde toda la gente, desde los clientes hasta los que atendían, estaban extremadamente altos y corpulentos; hombres y mujeres. Santa Ana está a 108 km de Nogales y es un paso obligado para lo que llevan ya sea ese destino o el de Tijuana y Mexicali, así que hay mucho tráfico de carga y de gente. Ahí ya la gente tiene esa particular característica de pronunciar la “ch” como “sh”. Aunque no sé exactamente dónde empieza esto, me imagino que pasa en todas las ciudades fronterizas y que es influencia de la pronunciación “sh” en inglés (como en “fish”). Otra característica de estas ciudades fronterizas es que están llenas de gente que vive del paso de gente, como vendedores de comida, discos, lavadores de trailers; y más underground, drogas, mujeres que ofrecen su compañía, etc. También hay todo tipo de gente que va de pasada, aunque hay muchos que tienen toda la facha de migrantes que van a buscar su suerte en los EEUU, hombres con ropas grisáceas del polvo del camino, gorra y una mochila como para ir a la escuela. A veces traen una cobija enrollada y amarrada en la mochila a modo de sleeping bag. También están lo que vienen de regreso, derrotados porque la migra ya los echó para atrás una o más veces, hambrientos, sin dinero, heridos como aquél compa que llegó a darle una boleadita a mis botas. Llegan y te piden una feria para alivianarse.

Me aventé como tres horas pidiendo aventón sin suerte, ahí ya domina un ambiente de desconfianza. Decidí irme en autobús cuando sentí que estaba pronto a desfallecer, estaba llegando a mi límite. Mi mochila de unos veinte kilos pesaba cada vez más con el paso de los minutos. Fui a la central de nuevo y me dijeron que faltaban cuarenta minutos para que saliera el próximo autobús así que decidí hacer la intentona y darme la última vuelta en la gasolinera donde había estado buscando aventón. Un señor como de sesenta años me subió finalmente. Resultó ser un gran platicador, muy orgulloso de sí mismo; pero a mí me costaba trabajo mantener los ojos abiertos. Me acuerdo que de repente me despertaba cuando ya mi cabeza estaba por tocar el suelo de tan doblado que iba. Había intentado ponerme el cinturón de seguridad para evitar eso pero no servía. Me dolían mucho los ojos pero eso no evitó que disfrutara de aquellos paisajes del desierto LLENO de cactus, biznagas, nopales y todo tipo de plantas extrañas y con unos formidables riscos de caprichosas siluetas en el fondo bajo un cielo despejado y brillante. El conductor  era de Tapachula Chiapas, bien macho, y de todo lo que me habló fue de él y de lo que le había enseñado a otras personas, lo que les deba de frutas y verduras a sus familiares y amigos, que era lo que transportaba, y me habló como dos horas de su comadre y de cómo le tiraba la onda aunque su esposa estuviera presente. Pasamos Caborca y llegamos a Sonoyta donde paramos. 

La ruta normal a Mexicali estaba interrumpida por un retén militar donde  los trailers se atoraban hasta diez horas, así que muchos conductores se estaban desviando por el Golfo de Santa Clara sobre la carretera que va para Puerto Peñasco. Esa región tiene fama de ser muy bonita y fui testigo con los paisajes que vi. Además ahí están las Reserva de la Biósfera de El Pinacate, del Gran Desierto de Altar, y del Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado. Esta es la máxima jerarquía en importancia dentro de las designaciones de las áreas naturales protegidas de México.  Pero esa ruta se saltaba el pueblo de San Luis Río Colorado donde yo quería llegar.  El ambiente estaba todavía más pesado que en Santa Ana, mucho tránsito, gente herida[2], camionetones; además de que yo estaba cada vez más cansado y empezaba a oscurecer después de pedir aventón un rato yendo a preguntar a los trailers que veía por ahí parados descansando. Le invité una Coca y unos burritos a un güey heridísimo, compré unos cigarros para el trailero que me había llevado hasta ahí y me fui a la central camionera. Mi preocupación era no quedarme dormido en lo que salía el camión, llevaba ya treinta y ocho horas sin dormir y sentía mi cuerpo caliente. En algún momento me pasó por la mente quedarme dormido en el camión que tomaría con destino a Tijuana y puse mi alarma del teléfono. Luego recuerdo vagamente a un soldado despertándome para revisar mi mochila y otro retén donde tuvimos que bajarnos a una inspección más detallada. En la fila para revisar el equipaje había una chava con unos lentes oscuros; me llamó la atención porque estábamos a mitad de la noche. La siguiente vez que me desperté ya llevábamos como hora y media de haber pasado San Luis Río Colorado así que tuve que bajarme en otro retén y los soldados me consiguieron el aventón con un trailero de Iztapalapa que dudó bastante para llevarme, repito, era de Iztapalapa. Al final todo bien, me recordó mucho a un tío que vive también en el Estado de México por su forma de hablar y ahí iba yo, alegrado por las cumbias y sintiéndome como en casa con gente conocida. Mis papás crecieron en la Ciudad de México, por eso creo que se me hace tan familiar, aunque luego le hecho carrilla a mi papáporque nació en el barrio de Santa Julia, donde mataron al Tigre mientras estaba echando el cake. El dice que eso no importa porque desde chico se fue a vivir a la zona residencial de Echegaray, aunque yo no entiendo mucho de eso porque en los pueblos no importa mucho el barrio de donde vengas aunque los del centro siempre terminan por tener más oportunidades que los de las orillas. Además de todos los contratiempos, pasé por distintas zonas horarias y por una y otra cosa terminé llegando a San Luis Río Colorado a las cuatro de la mañana. Llamé a Caro y fue por mí, luego fuimos a cenar a las “Tortas DF” y un chavo de una tienda donde compramos algo de tomar nos dijo que Sonoyta era el mero nido, lleno de narcos y que estaba bien caliente, así que mi decisión de irme en autobús había estado bien. Tenía un poco de remordimiento de conciencia, después de casi dos mil kilómetros de aventón, de haber tenido que tomar un autobús para llegar a mi destino.

Caro me dejó su cama y ella se fue a dormir con su hermana, una cama muy cómoda pero aún así me levanté a las cuatro horas. Estaba tan cansado que no dormí muy bien y no pude seguir acostado por más tiempo. Me levanté con la música de la ya clásica película cliché de los cholos y pachucos, Sangre por Sangre (Blood in blood out) que me puse a ver con el papá de Caro. Luego desayunamos pan francés y crema de trigo, una especie de atole con unos granos del tamaño de los granos de azúcar pero suaves que le dan una textura agradable. Me bañé luego de tres días de viaje y me puse a escribir un poco. Más tarde salimos a dar una vuelta en bicicleta, cruzamos la frontera y dimos una vuelta también en el pueblo vecino, San Luis Arizona donde no vi más que a dos personas que parecían gringos blancos y como a cuatro hablando inglés. Todos los demás parecían mexicanos y hablaban español, y eso que dimos una vuelta por el Wal-mart del pueblo donde entré al baño. En general todo se me hizo igual, sólo con letreros en inglés y un poco más shineado. En San Luis Río Colorado, en el lado de Sonora, fuimos a una tienda de cosas de segunda mano, a un videoclub y a la plaza del pueblo. Todo parecía desfasado, como si el tiempo se hubiera detenido hace veinte años. En la noche salimos con unas amigas de Caro, una tenía el cabello pintado de morado y otra era una periodista feminista que parecía interesante.

Ahorita estoy cruzando la Rumorosa, una cadena de montañas entre Mexicali y Tijuana que debe ser como parte de la falla de San Andrés, o no sé, pero está asombroso. Lamentablemente no traigo cámara para captar estas imágenes. Primero subimos como dos kilómetros de altura por una carretera entre riscos y montañas llenas de piedra caliza color arena y con muchos cactus y arbustos a ras de suelo, y de pronto llegamos a un altiplano con árboles ya más medianos. En los miradores del camino se ve el horizonte con los coches en el lejano valle de Mexicali que apenas empiezan a subir. La carretera de cuatro carriles está separada en los dos sentidos, cada uno por su lado.

En Tijuana voy a reunirme con mi amiga Indira, espero que me lleve al Dandy del Sur.    


[1] Del inglés “shine”, brillar.
[2] Jodida, sin dinero, sucia, a veces también herida literalmente. 

viernes, 1 de febrero de 2013

Dale pa’elante, puro pa’lante

Pinche gallo, tuviste suerte que haya borrado el mensaje que me mandaste con tu numero, sino te hubiera llegado uno antes de las seis de la mañana, ya hasta lo tenía escrito: “Gallo, conocí a Zorba pero el mexicano. Me acaba de tirar aquí en Santa Ana, me vine con él desde Mazatlán. Un personaje y un chingado maestro; voy a intentar escribir todo lo que me acuerdo. Saludos y abraza bien a tu chica.” Sigo temblando y mareado de las casi 24 horas que me aventé en ese tráiler con la ventana medio abierta para no dormirnos y un pinche frío bien cabrón afuera; cruzamos toda Sinaloa y casi toda Sonora, de aquí a la frontera, Nogales, ya solo cuelga como una horeja[1]. Casi 2 mil kilómetros en menos de dos días, ya de aquí está en corto mi destino. Acabo de preguntar cuánto me cobra el autobús a San Luis Río Colorado y ¡que 400 pesos!, que no chinguen, es lo que llevo gastado hasta aquí y solo recorrería como 250 kilómetros más. Nel, voy a seguir pa’lante como dijera el Grillo; si, ese es el GALLO, el Zorba mexicano. Hasta pensé en titular así el post, pero el “sigue pa’lante” refleja perfectamente el espíritu de ese loco. Tampoco sabía cómo escribirlo, como empezar. Pos chingue su madre, como si fuera un mail para tí que al fin es lo que se escribir y lo que me paso escribiendo todo el tiempo. ¡Qué reglas literarias ni que nada! Si este carnal escribe: enterado, boy a darle velosidad para estar ay en la mañana. ¡Y ah, que boca tienen estos norteños! Tres groserías por palabra cabrón, y se quedan pegadas con todo y el tonito eeese.

Empezó bien el viaje, aquel primer aventón que agarré en Maravas[2] me llevo hasta Mazatlán. Todavía tendió paro[3] el vato[4] y me dejo echarme un sueno ahí en el asiento del copiloto y recargado en un lado pero el cansancio borro hasta la peste de los pies del conductor. Se llama Cástulo, es de la Sierra de Puebla, tranquilo, cinco hijos, no fuma, no toma ni consume drogas a excepción de los pericos que usa para no dormirse. Los pericos están calificados como anfetaminas, suben la presión arterial y aceleran el metabolismo; además de que causan adicción. La mayoría del tiempo se compra de contrabando, 35 pesos más o menos cuestan sin receta. La primera vez que vi uno, cuando fui a Tijuana de aventón por primera vez, me sorprendió ver la marca “Aventis” o “Roche” no me acuerdo bien. Yo pensaba que eran pastillas acá, de colores como en la televisión, pero no, son simples medicamentos que normalmente se recetan para adelgazar. Así que ya sabrás que cosas nos metemos al cuerpo cada vez que un doctor nos receta tres, cuatro o cinco medicinas por un simple dolorcillo ¡y todavía le damos las gracias! En fin, el viaje paso tranquilo, Cástulo es muy buen conductor y comimos en un restaurante a la orilla de la carretera donde atendía una chava o señora muy coqueta, coquetísima, aunque nada guapa. Eso sí, la mejor costilla con nopales que me he comido en mi vida. Hasta pensé que esa raza[5] puede ponerse las chingas que sean, ser analfabeta, etc.; pero si así comen siempre, comen mejor que muchísima gente “rica” que se la pasa en fast-foods porque no tiene tiempo que perder.

La mañana siguiente de haber comenzado el viaje ya estaba en Mazatlán. El día anterior en la noche había intentado pedir raite[6] pero como que los traileros se escamaban[7], así que ya mejor esperé a la mañana. Creo que fue el primero o segundo al que pregunté el que me subió, iba hablando por teléfono peleándose con alguna querida. Ya de rato empezamos a platicar, el era de Veracruz y me contó que su mama se había muerto cuando el tenia trece, y a esos años se salió de su casa y jaló para el norte en el carguero[8] motivado por la curiosidad. Nadie le daba trabajo al chiquillo, así que se puso a lavar vidrios, a hacer malabares y hasta de tragafuegos la hizo; se crío en la calle entre peleas y drogas. Se hizo “loco”, como él mismo dijo, hasta los veinte años que se enfermo bien duro; pasó por reclusorios, casas de alcohólicos y narcóticos anónimos que son una semi-cárcel, y hasta manicomio, mejor conocido como “la casa de la risa”. De ahí en adelante se soltó a contarme toda su vida como cuando tocó fondo en las drogas, de cuando era mafioso y cerraba bares y cantinas con barra libre para todos los que estuvieran adentro, de cuando le secuestraron a su esposa y a su hijo y a su vez él secuestró como cinco miembros de la familia del secuestrador que según dijo “se sentía tan verga[9] que traía a su familia desprotegida”, de las armas que compraba, de cómo había sacado a un compa del cristal[10] que por poco mataba a su abuelo, de los cinco hijos que mantenía, dos del matrimonio anterior de su actual esposa, dos de su antiguo matrimonio con una chica que prefirió ser bailarina y uno que si era de los dos. Al hijo mayor de él y de la bailarina le dio cáncer y lo estaban tratando de curar, y el Grillo para animarlo le dijo que iba a poner un albergue para los niños enfermos de cáncer porque cada que su hijo iba al hospital, veía a muchos otros niños que venían de lejos y no tenían donde quedarse. Ahorita ya compró el terreno destinado al albergue. Me contó cómo cada día hacía una obra buena, esta vez yo había sido su obra, echándome la mano. Una vez por subir a dos chavos de aventón lo quisieron asaltar con una pistola y le dijeron que lo iban a matar, el traía el cinturón de seguridad puesto y los otros no, así que fue y choco con un poste.

“—Ya que, si de todos modos me iban a matar pues mejor me la juego, y me la jugué. Luego andaba ahí el vato pidiendo ayuda y el otro por allá dentro del camarote también todo madreado. Yo me quite el cinturón y me baje a la chingada. Ojala se mueran les dije. —”

Pero también había historias buenas como una vez que le pidieron aventón unas argentinas allá en Palenque, y ahí andaban vacilando porque “una de ellas se andaba echando unos pedos… uah! que yo le decía desparasítate! Y ella contestaba que los frijoles le habían hecho mal.

Pasamos a desayunar a una cachimba, cachimbeando. Una cachimba es un como restaurante a la orilla de la carretera donde atienden mujeres que no necesariamente son prostitutas, o más bien no son. Ellas ganan su dinero de la comida, aunque dado el ambiente de puro trailero, se ponen monas para atraer a sus clientes y algunas conceden ya más derechos, amigas con derechos, a uno u otro que pase seguido por esa ruta. Aun así, junto con las prostitutas que ofrecen “mamada, cogida y chiquiteada” (lo último tuve que preguntar a que se refería y prefiero no desambiguarlo) todas estas mujeres, según los traileros, entran en la categoría de “mujeres del camino”. Cuando llegamos a la cachimba había dos, una que se veía ya traqueteadona por los años, con la sabiduría de la experiencia al platicar, y su hija de cómo diez años que se fue a la escuela al poco rato. Luego llego otra muy maquillada y joven que resulto tener 22 años, casada, sin hijos, mantenía a dos hermanos suyos chiquillos y le había dado diabetes a los 12 años del susto por haberla obligado a ver a su padre muerto en el ataúd. Luego llego la hija grande de la que estaba traqueteada por los años con la sabiduría de la experiencia. Esta es la que esperaba ver el Grillo, y de puro contento oí por primera vez un silbido que hacia igualito al de un grillo. Me solté a carcajadas y le dije –ah, por eso te dicen el grillo--. Pero igualito a un pinche grillito de esos que cantan en la noche. Hasta según él una vez hizo que fumigaran tres veces las oficinas de la compañía porque el engañaba a las secretarias cuando iba hasta que lo cacharon. La chava primero ni volteo a verlo; terminaron por intercambiar números y como si fuera misión cumplida salimos rumbo al norte a toda velocidad. A diferencia de Cástulo, el Grillo era muy limpio. Traía su desodorante y antes en una pausa del volante había estado limpiando cuidadosamente todo el interior del tráiler. Hasta me hizo sentir un poco mugroso, pues yo no me había cambiado de ropa en todo el día y toda la noche. Casi luego luego nos encontramos a su hermano que trabaja en otro tráiler de la compañía, según esto ya no íbamos a parar pero nos quedamos a comer un caldo de pescado con camarones tamaño jumbo. Tenía como una hora que habíamos comido pero no podía dejar pasar la oportunidad de comer unos buenos mariscos del Pacífico, además de que ahora si seguro no pararíamos hasta después de un buen rato. Una típica platica de hermanos, diciéndose el uno al otro que debería de hacer en cuanto a tal o cual cosa, preocupándose el uno por el otro y dándose consejos que ni uno ni otro parecía dispuesto a tomar.

En algún momento que no recuerdo exactamente me contó algo que nunca voy a olvidar. Estábamos hablando sobre lo duro de vivir en la calle, yo insistía en que en la Ciudad de México había mucha miseria y el decía que en todos lados. Luego me dijo que cuando estaba morrito[11] había un wey que diario le quitaba la feria que había ganado en los malabares o limpiando vidrios. Diario, ahí tenía que andar escondiéndose de ese wey.

“Dicen que uno lo suena cuando mata a una persona. Yo no soné ni madres, un día llegue y le di como setenta piquetazos al vato hasta que un compa llego y me quito, ya lo matastes, me dijo, pero yo no desquitaba mi coraje.”

No le pregunte a cuantos más se había cargado, ni supe si hubo más, pero me acuerdo el coraje con el que recordó aquella historia y como movía el brazo rápidamente dando puñaladas al aire con un cuchillo imaginario. Durante el resto del viaje le conté parte de mi vida que le intereso mucho y el siguió contándome otras cosas como que siempre quiso pilotear un avión o los dilemas que tenia con armar otra casa con una chica que había conocido hace dos meses y a la que ya pensaba llevarse a Hermosillo donde vive su otra mujer. Dijo que quería aprender inglés para tramitar una visa y poder entrar a trabajar a los EEUU también, ya que su empresa es americana y luego los cargamentos van hasta distintas ciudades del otro lado. Me dijo que seguramente nos veríamos en el futuro y me invito a quedarme en casa de su familia en Hermosillo. Simpatizamos cinchón y me animo mucho a seguir mis planes y luchar por los sueños. Cuando se despidió me dijo –y acuérdate compa, dale pa’elante, puro pa’lante.


[1] Hora
[2] Slang de Maravatío, Michoacán
[3] Tender paro: echar la mano, ayudar.
[4] Individuo
[5] Gente
[6] Aventón
[7] Espantar
[8] Tren de carga, también conocido como “La Bestia”
[9] Sentirse verga: muy chiles, el jefe de jefes, el que parte el queso, el que siente que sólo sus chicharrones truenan.
[10] Droga sintética MUY adictiva.
[11] Joven, niño