domingo, 24 de febrero de 2013

Mission District


Ayer tuve mi primera inmersión directa en la actividad social de San Francisco, salí a caminar solo.  Esta es para mí la forma en la que una persona logra estar totalmente abierta y receptiva a lo que pasa alrededor ya que al estar con otra persona, ésta merece toda la atención de nuestros sentidos para poder tener una buena comunicación, aunque esto va en detrimento de la interacción que podemos lograr con nuestro alrededor. Así como pasa en todas las grandes ciudades cada barrio de San Francisco tiene sus peculiaridades, los más famosos son Chinatown, donde está la mayoría de tiendas, negocios y restaurantes asiáticos; Marina, donde viven los ricos y está el embarcadero con todos los yates y el icónico Golden Gate de fondo en el paisaje; el Distrito Financiero, en el que se concentran los rascacielos de San Francisco con sus miles de oficinas mayoritariamente de los bancos como Wells-Fargo, Bank of America, Citybank, Chase, etc., etc.; Castro District, el barrio guey, también muy icónico de la ciudad; Haight-Ashbury, con sus viejos hippies que quedaron de los 60s, tiendas de segunda mano y gente excéntrica;  y Mission District.

Audrey vive cerca del Mission District (¿Distrito Misión? Algunas cosas es mejor no traducirlas), el barrio que concentra la mayor población de mexicanos y latinos en la ciudad, la raza wey. Así que decidí que ahí fuera esta primera excursión y me puse en marcha hacia Mission Street, la vena principal del barrio. De inmediato empezaron a abundar restaurantes de comida latina y tiendas con productos mayoritariamente mexicanos. Además de latinos, parece haber muchos asiáticos por ahí. Y cuál fue mi sorpresa cuando en la esquina de la Veinticuatro y Mission St., justo frente a un McDonalds, encontré a un grupo de militantes del Partido Comunista de los Estados Unidos con pancartas y fotos de injusticias cometidas por el gobierno estadounidense.

Por supuesto que, sorprendido de encontrar algo tan inesperado, me quede a leer los flyers y las pancartas y me puse a hablar con Joe, un señor en sus cincuentas que parecía ser el líder. Además de él y otro señor que conocí más tarde, más o menos de la misma edad, todos los demás parecían ser inmigrantes de primera generación de origen latino o asiático, y más jóvenes. Por lo que me conto Joe, todo el movimiento de los 60s le toco cuando todavía era muy pequeño pero parecía ser un anticapitalista muy convencido y más o menos experimentado en esto de la militancia. Su discurso, sin embargo, me pareció un poco radical y aunque yo estoy de acuerdo con mucho de lo que dijo, creo que la opción de deshacernos de todos los capitalistas y tomar el poder para instaurar un régimen comunista sería demasiado violento y además inviable. Esas opiniones ya quedan para cada uno pero gracias a este encuentro tuve una refrescada en los movimientos de protesta y su historia  en EEUU como los de las Panteras Negras, Malcom X, cuyos protagonistas son miembros de la  comunidad afroamericana. Otra cosa que me llamo la atención de lo que dijo Joe cuando le conté que yo había estado en España el año pasado y había participado en las protestas que hubo y sigue habiendo en Madrid fue que según el en España y en Egipto (tampoco entendí mucho la relación entre estos dos movimientos) es que falta liderazgo, alguien que dirija. Para este momento, el presidente del PCEEUU, Bob Avakian, es el líder y fundador en 1975 o por ahí, y entre el material que tienen estas personas para ofrecer a la gente, esta un libro con lo básico, de hecho se llama así, “The Basics” y su traducción en español, “Lo Básico”; una Constitución también escrita por él, entrevistas grabadas y un website para informarse más sobre el movimiento.

Se supone que sus escritos se basan en análisis “científicos” de otras experiencias comunistas como en China o en Rusia y sus fallos, así como la posibilidad de construir una nación comunista exitosa y la estrategia a seguir para lograrlo. Mis principales críticas serian: 1) así como aquí en San Francisco poner la palabra “orgánico, “verde”, o “artesanal” hace la diferencia, en el mundo de hoy lo que vale es solo lo “científico”. Y lo pongo entre comillas porque es solo una palabra y es muy cuestionable, sobre todo en lo social decir que algo es científico.
Me invitaron a un meeting. No sabía muy bien qué esperar pero dijeron que sería ahí enfrente, y señalaron hacia el McDonals, y faltaban solo unos minutos para que comenzara, así que decidí esperar. Yo me imaginaba que íbamos a ser un grupo de personas frente al local de McDonalds gritando con altavoces, porque traían altavoces, y estaban invitando a la gente al meeting, protestando contra el capitalismo. Y ahí estaba esta gente, unos seis o siete contando algunas mujeres y dos de ellos gritaban por el altavoz, en inglés uno y luego en español el otro, que este mundo está jodido, que necesitamos una revolución, una en donde millones de personas cooperen, pero para eso “te necesitamos a ti”. Y más bien parecían locos porque nadie les hacía caso. La gente iba y venía sin siquiera voltear a verlos, como acostumbrada a este tipo de gente deschavetada. Y lo más dramático es que justamente en la contraesquina había otra persona con altavoz hablando sobre Dios, el infierno y la salvación. Y cuál va siendo mi sorpresa cuando descubrí que de hecho el meeting era dentro del McDonalds pero usado como centro de reunión y no como objetivo de la protesta. ¡A ha! Una reunión anticapitalista del Partido Comunista de los EEUU donde los líderes discutían sobre el futuro del socialismo mientras sostenían un vaso de McCafé en su mano. ¡Cosas más extrañas se han visto en este mundo, supongo!

Bueno. Después de un buen rato de discusión, emprendí el regreso y en el camino, cuando pasaba la esquina entre Mission St. y la 26th St., me encontré a unos borrachitos trabajadores como ellos mismos se llamaron. Estaban recargados en una pared tomando el sol y cuando pasé, levantaron la cabeza amigablemente en señal de saludo, así que me acerqué a platicar con ellos. Eran dos mexicanos, uno de Salamanca y otro de Oaxaca. Al de Salamanca, de unos treinta y tantos, pareció darle gusto encontrar a un paisano también de Guanajuato cuando le dije que yo era de Acámbaro. El oaxaqueño parecía más desconfiado. Les empecé a hacer muchas preguntas en cuanto a cómo podría conseguirme un jale[1] y no sé si pensaron que era policía porque de repente, cuando les hice un comentario sobre que ya se habían echado unas chelas, me dijeron “¡no!, nosotros no tenemos nada, no vendemos esas chingaderas, sólo borrachitos pero trabajadores!” Luego me dijo uno, “bueno, ¿pero tú que eres periodista o vienes a hacernos una encuesta o qué?” Lo que sigue fue un poco vergonzoso porque me dijo, “¿ah sí? ¿y que sabes hacer? Construcción, pintura, jardinería…” Y como para probar si era cierto que yo buscaba un trabajo me hizo que le enseñara las manos. Luego me enseñó las suyas y me dijo “estas son unas manos de trabajo” Y si, estaban todas llenas de cayos. Sentí como si mis manos parecieran de señorita a lado de las suyas, o como de esas personas que están hasta rosas de que no les da el sol porque se la pasan trabajando todo el día encerrados en una oficina.
Pero aunque mi descripción de los hechos parece tener tintes de hostilidad, todo pasó muy tranquilo y en humor de echarnos la mano. Al final supe que en “la Chavez”, la calle, es donde se paran los trabajadores cada día a las seis de la mañana a esperar a que lleguen los contratistas. El oaxaqueño me preguntó si conocía el DF y me dijo “así como se ponen con sus letreros de plomero, cerrajero, carpintero, etc.; igualito pero sin letrero. Tú vete a la Chavez a las seis de la mañana y seguro sale jale. Y si te agarras a un buen patrón ya chingaste porque te van a llamar seguido. Luego el de Salamanca agregó “pero córtate esa greña, quitate esa cosa que traes en el cuello (refiriéndose a mi bufanda) y rasúrate que pareces árabe o no sé qué”. 
También me dijeron que entre la 20th St. y la 24th. St. sobre Mission podría conseguir una mi[2]ca para poder trabajar, pero esa sólo se ocupa para restaurantes o establecimientos más formales. Cuando pregunté dónde vivían o cómo conseguir un cuarto me respondió el de Salamanca “no amigo, pues aquí estamos en un santuario. ¿Sabes?  Te vas a un shelter[3] y ahí te apuntas y te dan chance seis meses. Luego te cambias de shelter y así te vas de shelter en shelter hasta que se te acaban y entonces…” y ahí se empezaron a reir y no entendí lo que significó su risa. Él llevaba siete años viviendo por acá. Su apariencia no era la más saludable pero los dos se portaron muy solidarios conmigo. Finalmente me despedí de mis compatriotas con una gran alegría de pensar en vivir unos mesesitos en esta ciudad que parece tan interesante.



[1] trabajo
[2] Greencard, documento de identificación norteamericano.
[3] Albergue

1 comentario:

  1. Soy Sergio PICCOLINO...como ves leo tus abenturas....interesante.Muy interesante,.Pecado los paragrafos en Ingles...
    Otra tena. me gustaré que haces uno grande esfuerzo a contestar a toda mi carta.
    Te informo que en solo 2 meses he creado una Asociación de deportes del Deportes del patinaje: roller y, Skate...entras en Facebook y, buscas a. GOIERRI-ROLLER-SKATE-CLUB....
    Amistad del hondo del Corazón. Sergio

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