“Siempre es mejor decir probé y no me gusto que quedarte con
las ganas de probar”
Es lo que me dijo mi mamá en un email que me mandó en
febrero. ¿Será cierto? No sé, pero al parecer mi personalidad está bastante
descrita en esa frase.
Estas dos últimas semanas he estado trabajando duro, la vida
de la ciudad, siempre en movimiento, siempre con nuevas necesidades, con mucho
apego, mucho karma. Es una vida acelerada que demanda mucha energía y atención
de los sentidos en un intento por absorber todos los estímulos de alrededor. Nuevas
modas, gente hablando de coches, viajes, mujeres, lentes caros, ropa, fútbol, casas,
dólares, dólares, dólares.
Al final seguí trabajando ocasionalmente con el pintor
nicaragüense aunque ahorita me debe $200 dólares y no me ha querido pagar. Como
no veía mucho futuro con él por su informalidad, me puse a buscar más trabajo y
encontré un puesto de taquero. Así que ahora sé hacer burritos, tacos,
quesadillas, tortas, súper tortas, súper burritos, de pastor, carnitas, asada,
cabeza, tripitas, y hasta tacos vegetarianos que no podían faltar en San
Francisco. Frijoles, arroz, lechuga, jitomate, guacamole, cilantro, cebolla,
salsa, y vámonos. Como es un carrito móvil, el martes pasado fuimos a servirles
a Apple Inc., en Cupertino. Según los compañeros de trabajo luego van con los
de Facebook, Google, Microsoft, etc., ahí mismo en el Silicon Valley.
Con el nicaragüense pintamos casas, primero hay que
rasparlas para quitar la pintura vieja, luego resanar, y luego pintar con cuidado;
a veces sobre una escalera un poco alta.
Fui también al Museo Nacional de Arte Asiático, muy interesante
para los que conocen algo de Asia y su religión y costumbres, y el miércoles
pasado fui al Jardín Botánico de San Francisco donde tienen plantas de todo el
mundo. Un lugar 100 por ciento recomendado en una visita a esta ciudad. Ese
mismo día fui al Beat Museum, según esto sobre el movimiento Beatnik pero no
estuvo muy especial.
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